De todo eso en lo que nos cuesta ponernos de acuerdo cuando hablamos de publicidad, quizá el debate que más genera opiniones diversas sea el famoso “no existe la mala publicidad, toda la publicidad es buena”.
Y no es que quienes defiendan esta postura tengan o no argumentos para sustentar lo que piensan, ya que si nos basamos en ciertas variables, como el rendimiento, la retención o incluso la conversación que nuestras publicaciones puedan generar, esto se vuelve algo totalmente subjetivo y de gustos.
Pero si por un momento nos ponemos a pensar ¿cómo sería si le agregamos a la fórmula ese ingrediente llamado “reputación de marca”, lo cual no es otra cosa sino cómo los consumidores ven a nuestras marcas, y ojo, esto no forzosamente llega a ser lo mismo que nosotros deseamos transmitir.
Si bien para alcanzar una buena reputación de marca, se debe tomar en cuenta la satisfacción funcional de los productos y servicios que ofrecemos, (calidad, beneficio, durabilidad, etc.) también es importante saber qué nivel de aceptación emocional generan nuestras ideas y su implementación en los diferentes medios y plataformas.
Estos conceptos han existido a lo largo de las décadas, pero es en la era de la comunicación digital y la inmediatez de todo, cuando se ha elevado la importancia de la reputación de marca a un nivel supremo. Ejemplos recientes y muy simples nos dan evidencia de lo fácil que un mal movimiento puede generar descontento o mala percepción hacia una marca y lo difícil que puede ser recuperarse de las consecuencias.
La percepción y posterior acción de los consumidores puede generar niveles de descontento capaces de producir pérdidas millonarias, incluso a marcas muy queridas o con buena reputación.
Todo lo que hacemos o decimos, debe pasar por el escrutinio del gran público, pero hoy más que nunca, esas opiniones pueden tener tanto poder como para ponernos en el tope de la aceptación o en lo más profundo de la descalificación. Es por eso, que tener siempre pendiente nuestra obligación de guardar la buena imagen y nombre de nuestras marcas, se convierte en una gran responsabilidad, de la que todos debemos ser parte.
Ahora, luego de leer esta nota, ¿Te parece acertado eso de “toda la publicidad es buena”?
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